compañía,
te acompaño,
en esta lluvia de penas
que es la vida.
En silencio,
silenciosos,
divididos,
al recorrer cada día
asfaltos distintos,
cuerpos huraños.
Afligidos,
distraídos,
sin demoras,
cumpliendo plazos
de trabajos ajenos
e injusticias locas.
Tu llegada,
tu calor,
al final del día,
presiento algo bueno
en el deambular absurdo.
Al fin,
tu mano
posada en mi pecho,
acuna mi alma
y la conduce
a un bondadoso sueño.
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